Hace medio siglo que está entre nosotros. El Caballito tiene elementos que nos remontan al orgullo de ser jaliscienses. Y representa a la ciudad más amigable del mundo.
Hace medio siglo que está entre nosotros, con fidelidad a prueba de meteoros, con entereza a prueba de marejadas. Hipocampo al fin, el mar pareciera a veces reclamar a su criatura. Pero “El Caballito” sigue firme entre nosotros, demostrando que en sus venas corre bronce de “muchos quilates”, ostentando su naturaleza de corcel cuarto de milla.
Para interpretar esta escultura habría que pensar en los elementos que la integran: el hipocampo o caballito de mar, el niño y el sombrero de charro.
El hipocampo alude al mar como generador de la naturaleza de Vallarta, de la esencia de este lugar. Porque esencia de Vallarta son y han sido la belleza y la abundancia.
El niño es otro de los elementos de la escultura. Significa la esperanza mirando hacia el futuro. El niño, con la sonrisa a flor de piel y el brazo extendido en señal de bienvenida, es símbolo de amistad, de amabilidad, de apertura de los de casa hacia los visitantes. ¡Símbolo de la ciudad más amigable del mundo!
El sombrero de charro significa la cultura, las tradiciones y la historia de este gran país que es México. Pero también significa el orgullo de ser de Jalisco.
Historia de El Caballito
Para hablar de la historia de “El Caballito” es necesario remontarnos al sexenio del gobernador Francisco Medina Ascencio, 1965-1971. En su gabinete y frente al recién creado Departamento de Turismo del Estado se encontraba el Lic. Óscar de la Torre Padilla. Este hombre, gran impulsor del turismo en nuestro país, fue creador del lema “Primero conozca México”. El Licenciado Óscar de la Torre Padilla concibió la idea de “El Caballito” y la encargó al escultor Rafael Zamarripa para su realización. Era la época del impulso turístico a la costa de Jalisco, la llamada Costa Alegre. “El Caballito” se colocó a finales de la década de los 60 en Las Pilitas, al extremo sur de la Playa de Los Muertos. Ahí permaneció por breve tiempo pues las marejadas lo derribaron. La escultura retornó a Guadalajara para su reparación. Allá duró mucho tiempo perdida.
El maestro Carlos Munguía Fregoso, Cronista de la Ciudad por excelencia, apunta: “Cuando el Lic. J. Jesús Jiménez Luévanos fungía como Delegado de Turismo de Puerto Vallarta, y comisionó al mismo escultor para que hiciera otro caballito, que fue colocado en el malecón frente al viejo “Faro”, e inaugurado en 1976 por el presidente municipal don José Baumgarten Joya». Cuando se recuperó la escultura original, fue colocada de nuevo en Las Pilitas, sobre una base reforzada.
El Caballito en su nueva ubicación
Hoy, “El Caballito de Vallarta”, la hermosa escultura del maestro Rafael Zamarripa, ha cambiado de sitio para dar más aire y consideración al monumento de valor histórico más antiguo que tenemos frente al mar: la baliza de enfilación o “Faro”, como popularmente se conoce, y que fue construido en 1932.
Habría que decir que hoy, en el ánimo de la gente “El Caballito” es a Vallarta como la Minerva a Guadalajara, o el Ángel de la Independencia a la Ciudad de México.
El Caballito: Un ícono tradicional que representa la ciudad más amigable del mundo.
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