El 12 de marzo de 1883 inició la construcción de la primera capilla del rancho Las Peñas. Sería, a la postre, precursora del templo actual de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe, uno de los íconos más importantes de este destino turístico.
Comenzaremos narrando sobre lo que se considera una de las construcciones más importantes de Puerto Vallarta y que le ha dado parte de su personalidad a la ciudad: el Templo de nuestra señora de Guadalupe.
En su valioso libro “Panorama Histórico de Puerto Vallarta y la Bahía de Banderas”, don Carlos Munguía Fregoso, Cronista de la Ciudad, dice lo siguiente:
En 1895 se autorizó la construcción de la iglesia de Las Peñas, en terrenos cedidos por la Unión en Cuale. Se facultó al cura de San Sebastián para que bendijera y colocara la primera piedra, “bajo el concepto de que por medio de una formal donación quede asegurado el terreno para la dicha iglesia, sacristía y casa del Padre”. Este fue el principio de lo que ahora es la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.
En la actualidad, el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, además de ser el principal recinto del fervor religioso local, significa el ícono más importante de este destino turístico.
La Guerra de los Cristeros en Vallarta
El 11 de abril de 1927, estalla el primer levantamiento cristero en Puerto Vallarta. Fue encabezado por Benigno Verduzco y el Padre Francisco Ayala. Acudimos de nuevo al citado libro de don Carlos Munguía, quien nos ilustra al respecto, de esta manera:
“Las reformas a la Constitución de 1917 no fueron aplicadas con rigor en un principio. El Presidente de la República, Venustiano Carranza, elaboró dos proyectos de ley para que se modificaran los artículos 3 y 130, pero no fueron tomados en cuenta por el Congreso.
Al asumir la presidencia de la República el 1 de diciembre de 1924, el general Plutarco Elías Calles trató de aplicar las leyes antirreligiosas estrictamente. Incluso dictó algunas persecutorias. Las consecuencias no se hicieron esperar. El clero, haciendo eco al descontento ya existente, ordenó la suspensión de cultos en todo el país en señal de protesta. Los católicos se agruparon para formar la Liga Defensora de la Libertad Religiosa. Se unieron la Unión Popular de Jalisco y Acción Católica de la Juventud Mexicana. Al no encontrar una solución pacífica al problema, se inició la revolución armada: La Guerra de los Cristeros. La rebelión se extendió rápidamente por Jalisco y los estados circunvecinos bajo la dirección de Anacleto González Flores, Jesús Degollado y Enrique Goroztieta, a quien nombraron primer jefe del Ejército Libertador. En Puerto Vallarta la rebelión cristera encontró su abanderado en el padre Francisco Ayala, quien, al estallar el conflicto, sintió renacer en él su espíritu de lucha por una causa justa.”
Es así, que el templo de nuestra señora de Guadalupe es y seguirá siendo el mayor ícono religioso de Puerto Vallarta.
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