La historia se teje con hilos de recuerdos. Caminos hechos con piedras de río, árboles de Parota, Primaveras y Mangos. Así era el camino que conecta al Pitillal con Puerto Vallarta.
Por Alfonso Baños Francia
La avenida Francisco Villa es una de las arterias más importantes de nuestra ciudad. Funciona como un elemento de conexión entre la delegación de El Pitillal (al norte) y el Centro de Puerto Vallarta al sur. Esta localización estratégica le ha permitido consolidarse como un eje de movilidad que conecta con diversas colonias que se encuentran esparcidas por la hermosa geografía vallartense. Pero hace 40 años, cuando mi familia se trasladó a vivir al fraccionamiento Las Gaviotas, la dinámica de la avenida “Pancho Villa” era muy diferente. En primer lugar, era conocida como el “camino Viejo al Pitillal”.
El flujo vehicular era menos intenso que en la actualidad. Por aquel entonces, la superficie de rodamiento estaba adaptada con piedra bola de río acomodada con tierra, lo que le daba una textura suave similar al adoquín.
Una naturaleza pródiga
En aquellos días, abundaba el contacto con la naturaleza. La presencia de árboles enormes como Parotas, Mangos y Primaveras eran surcadas por las “venas”, como llamábamos a los arroyos que se hacían frecuentemente en época de lluvias. Uno de esos arroyos corría lateralmente a la colonia Los Mangos, donde hoy está la biblioteca pública del mismo nombre. En ese lugar, los niños nos divertíamos cuando el cauce llevaba agua. Nadábamos como si fueran piscinas de algún hotel. También nos gustaba tender redes para capturar “langostinos”, así nombrábamos a los crustáceos que corrían por aquellos arroyos y que metíamos a una cubeta para trasladarlos.
La fauna era muy abundante y variada. Cada casa parecía un pequeño zoológico debido a la diversidad de especies con las que convivíamos diariamente. En la noche, las luciérnagas nos acompañaban en la calle iluminando las jornadas de juegos. A mí me impresionaba el croar de los sapos y ranas, que sonaba en los predios baldíos, y cuya sinfonía era frecuente en las noches de lluvia. También había muchos insectos y animales ponzoñosos. Como los alacranes, cuya picadura era temida pero también frecuente. En más de una ocasión fue motivo de traslados urgente al médico o al hospital, para ser inyectados con el suero que contrarrestaba su veneno.
El transporte público de antes
En cuanto al transporte público, el servicio era proporcionado por la famosa “ruta 3”. Unos camiones pintados de blanco y rojo que pasaban con una frecuencia muy prolongada.
Entre 1982 y 1985 asistí a la secundaria en el Colegio Niños Héroes. En aquella época se ubicaba en la calle 31 de octubre, en el centro. Como yo tenía que trasladarme en camión, más me valía llegar a tiempo porque si no, tenía que esperar en ocasiones más de media hora a que llegara otro camión.
El sentido del tiempo era diferente hace cuarenta años. Nuestras inquietudes eran mínimas y tampoco contábamos con tantas distracciones. Los juegos más comunes estaban relacionados con disfrutar la naturaleza. Subirnos a los árboles para bajar mangos, o jalarle la cola a las vacas mientras pastaban. También disfrutábamos tirar piedras con la resortera.
La vieja hacienda de los Godinez
Aún recuerdo que los campos de cultivo eran la principal imagen que figuraba al lado del Camino Viejo al Pitillal. Al llegar al río para cruzar al poblado, estaba el casco de la Hacienda de los Godínez. Una finca serrana muy hermosa, con un pórtico en la planta baja. Desde ahí, era posible admirar el paisaje verde y campirano de esta parte de Puerto Vallarta.
Transitar por esta senda el día hoy es una experiencia muy diferente a la que me tocó vivir en mi niñez. En vez de “arroyos» por donde corría el agua de lluvia, hay banquetas y paradas de autobús. Aunque aún permanecen parotas hermosas, cada día hay más edificios y construcciones que contrastan con el paisaje natural de aquellos tiempos.
Actualmente, la delegación del Pitillal tiene una cantidad de población en Puerto Vallarta. Es un lugar pujante y de gran crecimiento gracias a su economía. La gran mayoría de las personas son comerciantes o brindan servicios desde muy temprana hora. Las fiestas patronales son motivo importante de reunión para el pueblo.
Su plaza y tradicional templo dedicado a San Miguel Arcangel son paradas obligadas para disfrutar de este bello lugar. Hoy en día el camino viejo al Pitillal, ahora Avenida Francisco Villa, sigue siendo una importante arteria al corazón de Vallarta.